martes, 14 de noviembre de 2017

La I carlistada

La Guerra Carlista o guerra civil

·         Naturaleza del conflicto

No fue sólo una guerra por la cuestión dinástica, sino que fue una lucha entre los partidarios del Antiguo Régimen y los del Estado Liberal. Tampoco debe considerarse una guerra foral. De hecho, para algunos autores los carlistas de la primera carlistada en ocasiones incluso despreciaban los fueros. De hecho no se luchaba por ellos, sino que aparecieron en algunas de las zonas en lucha.

·         Las operaciones militares y zonas del levantamiento

          Las operaciones estallaron a la muerte de Fernando VII cuando éste traspasó los derechos de sucesión a su hija Isabel en perjuicio de su hermano don Carlos María Isidro. Éste, en el Manifiesto de Abrantes (1 de octubre de 1833) defendió los derechos que le confería la Tradición y que aparecían la Ley Sálica impuesta por los Borbones (Felipe V) que determinaba la primacía masculina en la sucesión real. 
Las hostilidades comenzaron tras la muerte de Fernando VII en 1833. Cuatro días después un grupo de voluntarios realistas se alzó proclamando como legítimo rey a Carlos María Isidro, quien estaba exiliado en Portugal. Posteriormente estallaron levantamientos aislados descoordinados. En 1834 militares del ejército como Zumalacárregui se adhirieron al movimiento y el alzamiento se convirtió en guerra.
Tras los primeros levantamientos, que fueron aplastados por las tropas isabelinas, Zumalacárregui, comandante en jefe de los ejércitos carlistas, conquistó parte del País Vasco, pero no pudo tomar ni Bilbao ni San Sebastián, donde el liberalismo se había afianzado. En el sitio de Bilbao murió y tras este fracaso sufrieron otras derrotas y la Cuádruple Alianza (formada por potencias liberales) ayudó a los isabelinos. Por ello, los carlistas tuvieron que replegarse hacia el Pirineo catalán.
En lo referente a las zonas de levantamiento, hubo focos carlistas en el País Vasco y Navarra principalmente, algo menos en Cataluña y el Maestrazgo y ya escaso en Valencia, las dos Castillas, Galicia... se trataba de territorios en los que se sufrían las consecuencias del proceso de modernización política, social y económica de los liberales.
·         Composición social

Básicamente el levantamiento se opuso a las transformaciones liberales o reformistas y atrajo a grupos sociales tan dispares como el campesinado (sobre todo el vasco-navarro), la nobleza (sobre todo la menos pudiente) y todos los elementos vinculados al campo, porque la ciudad y sus estratos sociales se adscribían a la causa liberal. También un sector del ejército, como el coronel Tomás de Zumalacárregui.
 La Iglesia al principio se mantuvo fiel a Fernando VII y a Isabel II, pero en 1834 a raíz de las matanzas de frailes (Madrid) y de algunas exclaustraciones, además de las posteriores medidas desamortizadoras de Mendizábal, se alejaron del liberalismo. No obstante, hay autores que defienden la composición eminentemente popular del carlismo y llegan a afirmar que su verdadera esencia la defensa de ese pueblo marginado por las medidas desamortizadoras que enriquecieron sobre todo a la burguesía y a la nobleza.
En cuanto al Ejército, era sobre todo isabelino, pese a que algunos militares como el conde de España o el coronel Tomás Zumalacárregui se pasaron al bando carlista.

·         El final de la guerra. El Convenio de Vergara

Algunos carlistas observaron que era imposible una victoria militar. Como consecuencia, los partidarios de firmar la paz, como el general Maroto, se separaron de los partidarios de continuar con el conflicto, como el pretendiente don Carlos.
En 1839 el general Maroto firmó con el general Espartero el Convenio de Vergara en el que Espartero, el general liberal prometió dos cuestiones básicas. En primer lugar decidió tratar en las Cortes el mantenimiento del régimen foral. Como consecuencia, esta medida atenuaba el típico centralismo de los liberales.
En segundo lugar, el general liberal aceptaba la integración de los oficiales y jefes carlistas en el ejército liberal, pero conservando sus grados militares. Como consecuencia, el ejército español iba a ver incrementados sus oficiales considerablemente.
Don Carlos María Isidro, el pretendiente y jefe de la versión más intransigente del carlismo, no aceptó el pacto y se exilió en Francia. Triunfaba así la versión transaccionista de Maroto frente a la opción más radical del líder supremo carlista. Sin embargo, la guerra aún no concluyó porque  quedaban por dominar Cataluña y el Maestrazgo (donde aún resistía el general Cabrera), que fueron tomados por Espartero en 1840. 

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