La Guerra Carlista o guerra civil
·
Naturaleza del
conflicto
No fue sólo una guerra por la cuestión dinástica, sino
que fue una lucha entre los partidarios del Antiguo Régimen y los del Estado
Liberal. Tampoco debe considerarse una guerra foral. De hecho, para algunos
autores los carlistas de la primera carlistada en ocasiones incluso
despreciaban los fueros. De hecho no se luchaba por ellos, sino que aparecieron
en algunas de las zonas en lucha.
·
Las operaciones
militares y zonas del levantamiento
Las
operaciones estallaron a la muerte de Fernando VII cuando éste traspasó los
derechos de sucesión a su hija Isabel en perjuicio de su hermano don Carlos
María Isidro. Éste, en el Manifiesto de Abrantes (1 de octubre de 1833)
defendió los derechos que le confería la Tradición y que aparecían la Ley
Sálica impuesta por los Borbones (Felipe V) que determinaba la primacía
masculina en la sucesión real.
Las hostilidades comenzaron
tras la muerte de Fernando VII en 1833. Cuatro días después un grupo de voluntarios
realistas se alzó proclamando como legítimo rey a Carlos María
Isidro, quien estaba exiliado en Portugal. Posteriormente estallaron
levantamientos aislados descoordinados. En 1834 militares del ejército como
Zumalacárregui se adhirieron al movimiento y el alzamiento se convirtió en
guerra.
Tras los primeros
levantamientos, que fueron aplastados por las tropas isabelinas,
Zumalacárregui, comandante en jefe de los ejércitos carlistas, conquistó parte
del País Vasco, pero no pudo tomar ni Bilbao ni San Sebastián, donde el
liberalismo se había afianzado. En el sitio de Bilbao murió y tras este fracaso
sufrieron otras derrotas y la Cuádruple Alianza (formada por potencias
liberales) ayudó a los isabelinos. Por ello, los carlistas tuvieron que
replegarse hacia el Pirineo catalán.
En lo referente a las zonas
de levantamiento, hubo focos carlistas en el País Vasco y Navarra
principalmente, algo menos en Cataluña y el Maestrazgo y ya escaso en Valencia,
las dos Castillas, Galicia... se trataba de territorios en los que se sufrían
las consecuencias del proceso de modernización política, social y económica de
los liberales.
·
Composición
social
Básicamente el levantamiento
se opuso a las transformaciones liberales o reformistas y atrajo a grupos
sociales tan dispares como el campesinado (sobre todo el vasco-navarro), la
nobleza (sobre todo la menos pudiente) y todos los elementos vinculados al
campo, porque la ciudad y sus estratos sociales se adscribían a la causa
liberal. También un sector del ejército, como el coronel Tomás de Zumalacárregui.
La Iglesia al principio se mantuvo fiel a
Fernando VII y a Isabel II, pero en 1834 a raíz de las matanzas de frailes
(Madrid) y de algunas exclaustraciones, además de las posteriores medidas
desamortizadoras de Mendizábal, se alejaron del liberalismo. No obstante, hay
autores que defienden la composición eminentemente popular del carlismo y
llegan a afirmar que su verdadera esencia la defensa de ese pueblo marginado
por las medidas desamortizadoras que enriquecieron sobre todo a la burguesía y
a la nobleza.
En cuanto al Ejército, era sobre todo isabelino, pese
a que algunos militares como el conde de España o el coronel Tomás
Zumalacárregui se pasaron al bando carlista.
·
El final de la
guerra. El Convenio de Vergara
Algunos carlistas observaron que era imposible una
victoria militar. Como consecuencia, los partidarios de firmar la paz, como el
general Maroto, se separaron de los partidarios de continuar con el conflicto,
como el pretendiente don Carlos.
En 1839 el general Maroto firmó con el general
Espartero el Convenio de Vergara en el que Espartero, el general liberal
prometió dos cuestiones básicas. En primer lugar decidió tratar en las Cortes
el mantenimiento del régimen foral. Como consecuencia, esta medida atenuaba el típico
centralismo de los liberales.
En segundo lugar, el general liberal aceptaba la
integración de los oficiales y jefes carlistas en el ejército liberal, pero conservando
sus grados militares. Como consecuencia, el ejército español iba a ver
incrementados sus oficiales considerablemente.
Don Carlos María Isidro, el pretendiente y jefe de la versión más intransigente del carlismo,
no aceptó el pacto y se exilió en Francia. Triunfaba así la versión
transaccionista de Maroto frente a la opción más radical del líder supremo
carlista. Sin embargo, la guerra aún no concluyó porque quedaban por dominar Cataluña y el Maestrazgo
(donde aún resistía el general Cabrera), que fueron tomados por Espartero en
1840.
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