viernes, 17 de octubre de 2008

Breve comentario de Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender

Hace unos minutos he terminado de leer una novela muy interesante. Se titula Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender, y que está publicada por Ediciones Destino.

Se trata de una obra muy breve, de 106 páginas, aspecto que sospecho que interesará a mis alumnos (por desgracia, claro está). A lo largo de ellas, el escritor muestra lo acontecido durante la guerra civil española en una pequeña localidad rural del interior peninsular. Para ser más exactos, el autor nos muestra cómo el del pueblo, Mosén Millán, se prepara para oficiar una misa de réquiem por un campesino de la localidad, Paco el del Molino, a quien llegó a bautizar e incluso casar. El sacerdote empieza a recordar los diferentes episodios de la vida del campesino, hasta que es por fin ejecutado por los franquistas.

En la obra aparecen interesantes elementos que nos proporcionan datos del tipo de vida del interior rural peninsular en la España de los años treinta. Por ejemplo, se comentan las faenas típicas del campo, como la trilla (pagina 11) o el tipo de zapatos que solían calzar los trabajadores del campo (página 11). También aspectos como las costumbres religiosas (páginas 17, 28, 29...) o la mentalidad (páginas 20, 28...), así como la edad de primera visita a la escuela (página 22). Entre los elementos relacionados con las diferencias socioeconómicas, aparecen en la obra la pobreza del pueblo bajo y las formas de morir (páginas 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39...), la situación de los terratenientes (página 43) o el apoyo de la Iglesia a la desigualdad social (página 44). También se hace referencia al sistema de reclutamiento mediante quintas y el coste que tenía para las familias mnenos pudientes (página 47).

Respecto a la contextualización histórica, este libro de Ramón J. Sender se inserta en los últimos años de la Dictadura de Primo de Rivera, pero sobre todo en la entrada de la II República y en la Guerra Civil. La obra muestra el entusiasmo con el que las masas populares acogieron el advenimiento del segundo régimen republicano de nuestra historia, y las esperanzas sociales que suscitó entre las gentes de más baja extracción social (páginas 55, 56, 57, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 77...) per también la resistencia que supuso para su implantación la pervivencia de una mentalidad muy arraigada y que tendía a mantener la polarizada estructura social vigente entonces (página 58), pese a que se observaba un larvado y no manifestado anticlericalismo (página 61...).

En la obra el autor muestra la actitud de la Iglesia, que justificaba el mantenimiento de ciertas medidias y costumbres de dudosa legitimidad ética, como los derechos de la nobleza a percibir determinadas rentas por determinadas propiedades, aunque no hubiera papeles que lo justificaran (pagina 75).

En la novela, el autor refleja asimismo cómo se hacía la guerra en la retaguardia, cuando los franquistas iban ganando terreno y asentando su poder, e iban desarrollando y aplicando emdidas tendentes a restablecer los privilegios de las clases pudientes, que habían disfrutado y crecido con el régimen de la Restauración, pero que habían visto que el sistema político republicano había intentado limar mediante medidas reformistas, que no revolucionarias (paginas 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91...).

La obra concluye con el relato de la confianza que tiene la familia del personaje central, Paco el del molino, que acaba por confesar de forma accidental su paradero cuando éste se ha escondido al entrar en la aldea los falangistas que vienen de la ciudad. El párroco, pensando que hace lo correcto, acaba por confesar a las autoridades el secreto que, confiadamente, la familia de Paco le ha confiado, y éstas, faltando a la promesa que le hacen al religioso, de procurarle un juicio justo, lo asesinan cuando no ha hecho nada, en la tapia del cementerio.

Esta novela, sencilla y descarnada, de muy fácil lectura, muestra el tremendo dramatismo de la Guerra Civil que destrozó nuestro país entre 1936 y 1939...y que en realidad podría extenderse hasta que el sistema político cambió, dando entrada en su seno a TODOS los españoles, y no sólo a los que la ganaron.

No hay separación en capítulos, ni epígrafes, ni distinciones de ninguna clase. El lector se enfrenta a la prosa desnuda, sencilla, directa, sin barroquismos ni excesivos giros estilísticos. Una prosa tan sobria y austera como la vida de los campesinos españoles de la época, los verdaderos protagonistas de nuestra historia reciente. Por ello, nos encontramos ante una obra de importancia no sólo literaria, sino histórica y, por supuesto, y por encima de todas las cosas, humana.

Por todo ello, desde mi humilde punto de vista, creo que se podrían dedicar un par de horas a su lectura y su posterior reflexión. Algo podríamos aprender de nuestro pasado, que se revive en boca del narrador de unos hechos que sacudieron nuestro país. Unos hechos y un conflicto que aún persiste, lamentablemente, fuera de las aulas de la Universidad y de los centros de investigación histórica.

Opino honestamente que ciertos aspectos pertenecen al patromonio de todos los españoles, y por ello debería ser de sentido común la defensa del conocimiento de lo que ocurrió, y la reparación de los hechos. Ningún partido político debería abanderar la defensa de una u otra postura, sino que la necesidad y la urgencia de la reparación de las víctimas debería estar por encima de las diatribas de la política actual.