El Decreto de Unificación del 19 de abril de 1937 fue una de las medidas políticas adoptadas en el ya considerado "bando franquista", tras la designación del general Franco como jefe del Gobierno del Estado el 1 de octubre de 1936. Mientras tanto, mientras todos los elementos políticos y grupos que habían apoyado el "alzamiento" de julio de 1936 se integraan en una formación común, en el bando republicano socialista, la desunión era la característica predominante.
La Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, que encuadraba a un aluvión de hombres procedentes de juventudes de derecha o independientes, habían crecido enormemente durante esos primeros meses. Por este motivo, eran el elemento esencial de la nueva formación política que colocó al general Franco a su frente. Y esto se hizo, como es de suponer en un régimen en el que existía una total concentración de poderes, por decreto.
En septiembre de 1936, los consejeros nacionales falangistas presentes en la zona nacional, como habían perdido la esperanza de rescatar con vida a su líder, José Antonio Primo de Rivera, y al saber que los demás líderes habían muerto, decidieron confiar la dirección del partido a una Junta de Mando provisional de siete miembros. Esta Junta de Mando estaba encabezada por el maquinista naval Manuel Hedilla, que demostró una gran capacidad de organización.
Como era necesario crear mandos político-militares propios para dotar a las banderas de Falange (divisiones de milicianos falangistas) de disciplina en los diversos frentes, se crearon academias de oficiales falangistas, aprovechando el Decreto 94 de la Junta de Defensa, de 4 de septiembre de 1936, que autorizaba a los partidos crear sus propias escuelas castrenses.
Sin embargo, el 20 de diciembre de 1936 por el Decreto 122, Franco unificaba todas las milicias bajo mando militar que en aquel momento era el general Monasterio. Es decir, mientras que en el bando republicano el presidente del Gobierno Largo Caballero estaba tratando de encuadrar a todas las milicias en el Ejército Popular de la República, estructurado sobre las Brigadas Mixtas, el bando franquista conseguía armonizar a todas las fuerzas disponibles y les dotaba de coherencia militar y de coordinación. Es decir, se estaban dando los pasos necesarios para la unificación política de abril de 1937.
Así pues, en enero de 1937 Argaya Roca escribía: “El 6 de enero de 1937, Hedilla concede unas declaraciones al diario pamplonés Arriba España en la que reconoce ya como innegable la tendencia a una unificación política, si bien avisa al mismo tiempo de que ello debe hacerse a través de la Falange, asimilando la Falange «aquellos puntos del tradicionalismo que sean compatibles con las necesidades del momento»”. Dicho de otra forma, Manuel Hedilla, el jefe de la Junta de Mando decidió dar pasos de acercamiento a los tradicionalistas carlistas, pero con la condición de que en una unificación posible los falangistas preponderaran. El general Dávila también trató de conseguir ese acercamiento, con lo que el Ejército tuvo un papel importante en esta unificación política, lo que induce a pensar en que el elemento castrense era un elemento esencial en la formación del Nuevo Estado.
Sin embargo, el 20 de diciembre de 1936 por el Decreto 122, Franco unificaba todas las milicias bajo mando militar que en aquel momento era el general Monasterio. Es decir, mientras que en el bando republicano el presidente del Gobierno Largo Caballero estaba tratando de encuadrar a todas las milicias en el Ejército Popular de la República, estructurado sobre las Brigadas Mixtas, el bando franquista conseguía armonizar a todas las fuerzas disponibles y les dotaba de coherencia militar y de coordinación. Es decir, se estaban dando los pasos necesarios para la unificación política de abril de 1937.
Así pues, en enero de 1937 Argaya Roca escribía: “El 6 de enero de 1937, Hedilla concede unas declaraciones al diario pamplonés Arriba España en la que reconoce ya como innegable la tendencia a una unificación política, si bien avisa al mismo tiempo de que ello debe hacerse a través de la Falange, asimilando la Falange «aquellos puntos del tradicionalismo que sean compatibles con las necesidades del momento»”. Dicho de otra forma, Manuel Hedilla, el jefe de la Junta de Mando decidió dar pasos de acercamiento a los tradicionalistas carlistas, pero con la condición de que en una unificación posible los falangistas preponderaran. El general Dávila también trató de conseguir ese acercamiento, con lo que el Ejército tuvo un papel importante en esta unificación política, lo que induce a pensar en que el elemento castrense era un elemento esencial en la formación del Nuevo Estado.
En febrero de 1937 Manuel Hedilla autorizó a Pedro Gamero del Castillo y a José Luis Escario a entrevistarse con la cúpula de la Comunión Tradicionalista favorable al acercamiento entre las dos formaciones. Al grupo se sumó Sancho Dávila.
El 16 de febrero de 1937 se reunieron los tres falangistas con los tradicionalistas Manuel Fal Conde, José Mª Valiente y José Mª Lamamie de Clairac.
Los falangistas asistentes al encuentro propusieron a Don Juan de Borbón como rey de España y los carlistas lo rechazaron sin ambages. Estos falangistas sabían que Don Juan se había intentado alistar en el bando sublevado con una foto con mono azul y el yugo y las flechas, símbolos falangistas. Así pues, los presentes firmaron un acuerdo de cuatro puntos. A su regreso a Salamanca, Gamero del Castillo mantuvo contactos con carlistas como el conde de Rodezno.
En la segunda mitad de febrero de 1937 continuaron los contactos entre falangistas y carlistas en Salamanca y en Portugal.
En este proceso de unificación fue muy importante Ramón Serrano Suñer, casado con una hermana de Carmen Polo, esposa de Franco y antiguo diputado de la CEDA en las elecciones de 1933 y 1936. Serrano Suñer será el constructor del nuevo partido FET y de las JONS.
El 16 de febrero de 1937 se reunieron los tres falangistas con los tradicionalistas Manuel Fal Conde, José Mª Valiente y José Mª Lamamie de Clairac.
Los falangistas asistentes al encuentro propusieron a Don Juan de Borbón como rey de España y los carlistas lo rechazaron sin ambages. Estos falangistas sabían que Don Juan se había intentado alistar en el bando sublevado con una foto con mono azul y el yugo y las flechas, símbolos falangistas. Así pues, los presentes firmaron un acuerdo de cuatro puntos. A su regreso a Salamanca, Gamero del Castillo mantuvo contactos con carlistas como el conde de Rodezno.
En la segunda mitad de febrero de 1937 continuaron los contactos entre falangistas y carlistas en Salamanca y en Portugal.
En este proceso de unificación fue muy importante Ramón Serrano Suñer, casado con una hermana de Carmen Polo, esposa de Franco y antiguo diputado de la CEDA en las elecciones de 1933 y 1936. Serrano Suñer será el constructor del nuevo partido FET y de las JONS.
El 30 de marzo de 1937 la Junta de Mando de FE de las JONS aceptaba la unificación, pero pedía a Franco ‘la tarea política de gobernación del país, salvo en los departamentos de Guerra y Marina’. Hedilla pasaría a responsabilizarse de las tareas políticas del Estado nuevo.
Dos días antes, el 28 de marzo de 1937, el general Franco se había reunido con los tradicionalistas como el conde de Rodezno, para notificarles la unificación.
Para evitar la imagen de desunión, el 18 y 19 de abril se reunió el Consejo Nacional de FE de las JONS para discutir el asunto entre los falangistas.
En la cuestión de definir el sistema de Jefatura de la formación política había dos posturas. Para unos, como Agustín Aznar o el general Sancho Dávila, era necesario un mando colegiado, al menos hasta que se aclarase el paradero de los jefes falangistas en zona republicana. Para Manuel Hedilla y los suyos, el mando debería ser unipersonal e indiscutido.
Para evitar la imagen de desunión, el 18 y 19 de abril se reunió el Consejo Nacional de FE de las JONS para discutir el asunto entre los falangistas.
En la cuestión de definir el sistema de Jefatura de la formación política había dos posturas. Para unos, como Agustín Aznar o el general Sancho Dávila, era necesario un mando colegiado, al menos hasta que se aclarase el paradero de los jefes falangistas en zona republicana. Para Manuel Hedilla y los suyos, el mando debería ser unipersonal e indiscutido.
El 18 de abril de 1937 se publicaba el Decreto nº 255, llamado de Unificación, redactado por Ramón Serrano Suñer. El texto se había sometido a la opinión de generales como Queipo de Llano y Mola, por lo que comprobamos de nuevo el papel del ejército en todas las decisiones de índole política, y no sólo militar.
El articulado unía en una sola fuerza nueva a todas las organizaciones y partidos alzados el 18 de julio de 1936. El nuevo partido añadía la palabra Tradicionalista al ya largo nombre de Falange Española de las JONS.
En cuanto al uniforme oficial del nuevo partido, sería la camisa azul de Falange, y la boina roja de los carlistas, con lo que adoptaba la simbología de ambas formaciones previas.
En la junta política unificada, tras Franco (como jefe de la formación), se incluía como número dos a Manuel Hedilla, seguido de Tomás Domínguez –conde de Rodezno–, un carlista, y a otros falangistas como Ernesto Giménez Caballero, Luis Arellano, Pedro González–Bueno...
El articulado unía en una sola fuerza nueva a todas las organizaciones y partidos alzados el 18 de julio de 1936. El nuevo partido añadía la palabra Tradicionalista al ya largo nombre de Falange Española de las JONS.
En cuanto al uniforme oficial del nuevo partido, sería la camisa azul de Falange, y la boina roja de los carlistas, con lo que adoptaba la simbología de ambas formaciones previas.
En la junta política unificada, tras Franco (como jefe de la formación), se incluía como número dos a Manuel Hedilla, seguido de Tomás Domínguez –conde de Rodezno–, un carlista, y a otros falangistas como Ernesto Giménez Caballero, Luis Arellano, Pedro González–Bueno...
Hedilla entendía que la medida unificadora era necesaria para ganar la guerra pero buscó la hegemonía de los falangistas. José Luis Arrese, otro falangista, viajó para sondear la opinión de los falangistas andaluces, que estaban de forma mayoritaria por la unificación. Pasaba algo parecido entre los militantes de Aragón y Valladolid. El balance en el Cuartel General era positivo. A las cuarenta y ocho horas de la difusión del Decreto de Unificación afluían al despacho del Caudillo mensajes de adhesión a su política de falangistas de muchas partes; la guerra era lo primero.
La Unificación dejó al descubierto la debilidad política de los partidos del Alzamiento. Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio Primo de Rivera, comunicó a Hedilla que no aceptase la unificación.Pero al final se realizó.
Días más tarde, el 22 de abril de 1937, Franco designó la Junta Política de FET, encabezada por Manuel Hedilla y arrestó a varios de los que se oponían, como Agustín Aznar. La mayoría de ellos fueron puestos en libertad rápidamente.
Pese al nombramiento, Hedilla rechazó el cargo porque sería simplemente el número dos en el nuevo partido, secretario general de FET, ya que la cabeza pertenecía a Franco.
Pese al nombramiento, Hedilla rechazó el cargo porque sería simplemente el número dos en el nuevo partido, secretario general de FET, ya que la cabeza pertenecía a Franco.
El 26 de abril de 1937, siete días después de la Unificación, se celebró la primera reunión de la Junta Política de FET, presidida por el Caudillo.
El 16 de mayo se incorporaron los monárquicos alfonsinos al nuevo partido FET de las JONS.
El 16 de mayo se incorporaron los monárquicos alfonsinos al nuevo partido FET de las JONS.
El representante de Franco en esas negociaciones fue Ramón Serrano Suñer. El comité falangista designó, por su parte, al jefe provincial de Valladolid, Dionisio Ridruejo, de 24 años. Con ello los falangistas se comprometían a acatar la nueva jerarquía establecida en el mando, pero siempre y cuando tras la guerra se desarrollase la revolución nacional-sindicalista. En ese sector estaban, además de Ridruejo, Aznar, Girón y González Vicen. Todos aceptaron.
El 1 de mayo suprimieron las jefaturas territoriales y provinciales, dislocando al partido. Las nuevas normas estipularon que donde el jefe provincial fuera falangista el secretario de FET sería carlista y donde el jefe provincial fuese un carlista, el secretario de FET sería un falangista. Ahora bien, al final los falangistas coparon la mayor parte de los puestos de mando en el partido FET y de las JONS.
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