sábado, 11 de febrero de 2017

II República española. Varios puntos de vista

En gran parte de los ayuntamientos españoles, el 14 de abril de 1931 se proclama la República (aunque en Barcelona se proclama la república, pero la catalana). 

Alfonso XIII, que no ha sabido adaptarse a las nuevas formas de gestión del poder, debe apartarse. El régimen liberal-conservador ha finalizado y queda ahora el intento de implantar un sistema de soberanía nacional. 

Sin embargo, no será tan sencillo. Quedan muchas cuestiones por resolver, como si se trata de una única soberanía, como se había acordado en el Pacto de San Sebastián o si, por el contrario, el Estado republicano se edificará sobre una soberanía más fragmentada. El Gobierno Provisional que se implanta de forma espontánea deberá hacer frente a esta cuestión. Además, España sigue siendo un territorio subdesarrollado con un 50% de población activa en el campo, en unas condiciones de pobreza extrema y de subsistencia. Por ello, la cuestión de la formación de esta gran masa de ciudadanía pobre y analfabeta es un elemento indispensable para poder implantar el sistema de soberanía nacional que se pretende. Pero esta enseñanza deberá ser pública y laica, alejada de todo dogmnatismo. 

El ejército se deberá resolver. Era el elemento que había sostenido, de una u otra forma, el proceso de construcción del Estado liberal conservador. Por ello, el ejército se debía depurar de su filiación monárquica, se debía modernizar tecnológicamente (lo cual era muy complicado en un país sin industria y con un sistema de impuestos indirectos) y reducir los mandos militares, que, además, disponían de atribuciones judiciales y gubernativas (en concreto, los tenientes generales). 

La cuestión religiosa era otro elemento esencial. Se había abandonado un sistema liberal-conservador en el que una pieza clave había sido el Concordato de 1851 y las subsiguientes leyes de mantenimiento de culto y clero, de control de la enseñanza (ley Moyano de educación...), etc. De ahí que fuera algo esencial. 

La cuestión de la organización territorial del Estado era otro elemento básico, y había empezado con problemas: como hemos visto, en 1931 se había proclamado la República catalana, y ello conclucaba lo acordado en el Pacto de San Sebastián. ¿Qué hacer? evidentemente, gestionar esta cuestión desde el reconocimiento a la autonomía política, pero sin abordar la cuestión de una soberanía diferente a la española, ya que había sólo una nación. 

La cuestión obrera había ayudado a derribar y desgastar a la monarquía. Por ello, era esencial abordar esta cuestión. Así pues, para tratar de esquivar las propuestas de anarquistas (la "gimnasia revolucionaria") y marxistas, se abordaron medidas que trataron de mejorar las condiciones laborales de los obreros. Y, de forma paralela, la cuestión de la reforma agraria, generada por las consecuencias de las desamortizaciones liberales. 

Todo ello se basaba en una nueva forma de gestionar la recaudación de impuestos, pero no fue posible.  












No hay comentarios: