Desde 1916, cuando en Europa el anarcosindicalismo se convierte en un fenomeno marginal, en el caso español asistimos a un auge. A ello contribuye, entre otros factores, el escaso grado de democracia de un sistema político, el de la Restauración, que permite poco margen a opciones políticas revolucionarias. Por este motivo, las opciones más radicales tendrán más auge dentro de la acción directa destructora del Estado.
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