Como os prometí, conseguí una versión del famoso Trágala, texto que aludía a los esfuerzos de Fernando VII por aceptar la Constitución de 1812, pese a lo que manifestó en el texto que analizamos el otro día.
El monarca Borbón, a pesar de aceptar la Constitución, trató desesperadamente de paralizar las reformas jurídicas que tendían a desmontar el edificio del Antiguo Régimen. Para ello, además de sufragar a movimientos absolutistas golpistas, Fernando VII exprimió al máximo sus prerrogativas constitucionales, como el derecho de veto suspensivo, que por ejemplo usó para paralizar la abolición de señoríos jurisdiccionales.
Otro aspecto que muestra la resistencia de Fernando VII al cambio fue su oposición al nombramiento de un gobierno verdaderamente liberal, que pudiera desmontar el Antiguo Régimen. Recordemos que, según el texto constitucional, era el monarca el que podía nombrar y separar libremente a los ministros. Por ello, nada más crearse la Junta Provisional, ésta le impuso al monarca el nuevo gobierno, lo que por algunos historiadores se ha considerado como un grave error de los liberales del Trienio.
Con la reimplantación del régimen liberal, como sabéis, se restauró todo el edificio jurídico de las Cortes de Cádiz. Con matices, eso sí, habida cuenta que muchos liberales habían sido represaliados, exiliados o ejecutados, y que el con texto era muy diferente al de 1810-1814. No obstante, se suprimieron todos los conventos, y sus propiedades se nacionalizaron para su posterior venta (lo cual implicó, como es de suponer, una desamortización religiosa), se reimplantó la libertad de imprenta, se decretó la libertad de comercio y de producción, se suprimieron los privilegios estamentales, se abolió la Inquisición, se desvincularon las tierras a las familias nobles a las que anteriormente estaban vinculadas, etc. Es decir, se adoptó el programa de los más exaltados.
Ese programa, y no sólo la Constitución, es el objeto del trágala, que aparece en el texto. Los españoles pasaban, de súbditos y vasallos, sometidos al monarca absoluto y a los privilegiados, a ser ciudadanos iguales en derechos (con los matices que ya hemos observado en clase, claro está. Su situación jurídica pasaba a regularse mediante un código penal que acababa con la brutalidad de las penas impuestas durante el Antiguo Régimen, de manera que éstas se sistematizaban y jerarquizaban, sometiendo a ellas a todos los ciudadanos. A todos, unidos bajo la misma ley fundamental y bajo los mismos códigos.
Pese a todo elllo, no debe olvidarse que el liberalismo que se reimplantó, como sabemos, al eliminar los privilegios individuales y colectivos por pertenecer a una determinada clase social, también eliminaba los privilegios territoriales. La consecuencia, por lo que respecta a las Provincias Exentas, por ejemplo, es obvia.
En otro orden de cosas, si bien es cierto que se eliminaban los impuestos del Antiguo Régimen (como las Rentas Porvinciales, conjunto de impuestos indirectos que gravaban a la población baja y que se cobraban por localidades, o el diezmo, que en realidad no se suprimió del todo, sino que se redujo a la mitad), los nuevos ciudadanos, campesinos, pasaban de ser colonos, a jornaleros, con lo que su situación económica se vio, en muchos casos, empeorada. Pero eso es otra historia de la que hablaremos en otro momento
TRÁGALA
Al que le pese, que roa el hueso,
Que el liberal le dirá eso:
Trágala, trágala, trágala,
Trágala, trágala, perro.
Los milicianos
y Madrileños
la bienvenida
le dan a Riego.
Y al que le pese, etc.
Riego, Quiroga,
Agüero, y Baños,
El servilismo
Van sofocando.
Trágala, etc.
Antes que esclavos
Volver a vernos,
Perecer todos,
Jurar debemos.
Trágala, etc.
Ya no hay vasallos,
Ya no hay esclavos,
sino Españoles
Libres y bravos.
Trágala, etc.
Se acabó el tiempo,
En que se asaba
Cual salmonete,
La carne humana.
Trágala, etc.
Por los serviles
No hubiese unión.
Ni si pudieran
Constitución.
Trágala, etc.
Mas es preciso
Roan el hueso,
Y el liberal, le dirá eso.
Trágala, etc.
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