lunes, 26 de agosto de 2019

Ideas previas sobre el comentario de documentos



Sobre el comentario de textos históricos e historiográficos se ha escrito mucho, y se sigue escribiendo. Los documentos históricos e historiográficos constituyen la base del trabajo de los historiadores y de los estudiosos de la Historia. Debemos tener en cuenta que, como comentó Pierre Vilar[1], se trata de una disciplina básica para poder entender el alcance y la dimensión de los procesos de cambio y de las situaciones estáticas[2]. Pero, para ello, de una u otra forma, el objeto de estudio serán los documentos escritos[3].
Como consecuencia de todo ello, desde los 70 y los 80, cuando al hilo de los nuevos planteamientos pedagógicos[4] se introdujeron, de forma más o menos masiva, en las aulas de secundaria, estos instrumentos, ha existido un importante debate. Un importante debate que existe hoy, ya entrado el siglo XXI.
Para algunos, por ejemplo, los textos, que no se deben obviar en un aula de secundaria, simplemente deberían trabajarse como ejemplos que ilustren un planteamiento más vertical de la metodología docente. En este caso, el profesor expondría los contenidos a desarrollar, y, mediante los textos, reforzaría sus clases.
Para otros, el planteamiento debe ser diferente. Así, los alumnos, los verdaderos agentes del proceso de enseñanza-aprendizaje, deberían construir su propio conocimiento basándose en el estudio de las fuentes. Unas fuentes que deberían estar seleccionadas previamente por el docente, y cuyo análisis debería guiarse por dicho profesional.
Entre estos dos extremos existiría un amplio abanico de posibilidades que se acercaría al primer caso, o al segundo. Sea como fuere, sin que nos pronunciemos, lo que pretendemos es mostrar los instrumentos que consideramos más representativos y básicos para el estudio de la Historia Contemporánea de España.
Para ello, lo primero que consideramos importante es establecer los puntos básicos de una posible guía de análisis de fuentes escritas. Esta posible guía es el esquema de comentario que posteriormente comentaremos:
En primer lugar, se debería acometer una lectura detenida del texto a comentar. En esta lectura comprensiva, se deberían subrayar las palabras que se consideraran clave en el entendimiento de lo que el texto trataría de dar a entender. En este punto puede ser interesante el recurso a diferentes instrumentos de consulta como diccionarios, glosarios…puesto que se trata, en esta primera fase del análisis y comentario de la fuente, de comprender en profundidad las diferentes ideas en ella contenidas.
En consonancia con ello, se pasaría a una segunda fase, de identificación y clasificación[5] de la fuente, tras la comprensión de su contenido. En este caso, se debería identificar, de forma explícita, o implícita, las ideas más importantes, diferenciándolas de las secundarias[6]. Asimismo, y como consecuencia de este proceso, podríamos decir, de identificación del contenido y de la forma, se podrían anotar los apuntes más relevantes que la lectura del texto fuera sugiriendo.
En tercer lugar, y siempre como consecuencia de todo lo anterior, se debería clasificar el documento: fuente primaria, secundaria… de carácter privado o público; de contenido político, social, económico, judicial, fiscal, religioso, cultural, ideológico… mezcla de todos estos elementos, etc.
En esta línea, asimismo, se debería identificar el autor o autores, y se deberían tener en cuenta las circunstancias personales e históricas en las que ese texto se produjo. Como correlato, también se debería tener en cuenta el destinatario y sus circunstancias históricas. Como consecuencia, puede ser interesante, en el comentario, aportar datos biográficos del autor o del destinatario. Sin embargo, este aporte siempre tiene que ser selectivo, de forma que los datos utilizados puedan ayudar a arrojar luz sobre la fuente objeto del análisis.
Igualmente, se debería tener en cuenta que los datos relativos al contexto histórico en el que se ubican tanto la comentada fuente como el autor y el destinatario[7], se deben seleccionar. Sólo interesan aquellos datos generales que reflejan el proceso histórico en el que enmarca el hecho, idea, acontecimiento, etc., que refleja la fuente[8]. 
En cuarto lugar, y tras este proceso de identificación y ubicación previo, se debería ya acometer el análisis del documento. En este caso, podemos abordarlo desde dos perspectivas diferentes: la primera forma o perspectiva, la más sencilla, es la perspectiva literal. En ella el análisis del texto, tanto a nivel externo (su forma[9]), como interno (su contenido, sus ideas) se realiza siguiendo el discurso del documento.
La segunda forma, denominada lógica, supone la agrupación de ideas en función de lo que implican, en función de su temática. Para ello, el método no sigue el discurso del documento, sino que implica saltos en el análisis. Por ello, es más complejo porque requiere, a priori, una mayor madurez intelectual.
Una tercera modalidad, el método lógico-literal o método mixto, es el sistema de análisis más elaborado, que requiere más madurez intelectual y más densidad de conocimientos[10].
En este último método, la forma de análisis combinada es la que se puede utilizar cuando el objetivo es la extracción de ideas y datos de varias fuentes que pueden compararse entre sí[11]. Fuentes que se seleccionan siguiendo un criterio cronológico, o temático, tratando de abordar amplios procesos históricos en los que las estructuras profundas y las coyunturas puedan estar representadas conjuntamente[12].
Tras este proceso de abordaje del documento, el comentario propiamente dicho. Es decir, después de identificar todos los niveles de análisis del texto, y de identificar igualmente el contexto en el que se ubica, etc., se debe comentar el proceso en el que se desarrolla, aportando para ello la información obtenida de la lectura de la fuente. Es decir, es necesario estar provisto de un importante bagaje de conocimientos de la disciplina de la Historia, ya que se deben aplicar al contexto concreto del documento, para, finalmente, deducir si este texto aporta información relevante, supone cambios, permanencias, es protagonista del proceso en el que está inserto, etc.
Por último, se debería concluir el análisis con una conclusión o balance. En este caso, se trataría de realizar una suerte de valoración histórica[13], que no juicio de valor, en la que se debería abordar si el problema o proceso histórico reflejado en la fuente o en las fuentes, presenta cambios, o permanencias, de carácter coyuntural, o estructural, a la luz de procesos históricos de tiempo largo, tiempo corto, coyunturas, etc.
En el caso de los materiales que a continuación presentamos, la utilización debe ser libre. De hecho, se pueden utilizar como objeto de comentario siguiendo el esquema antes descrito, o como ejemplo para ilustrar las clases de Historia. Sea como fuere, consideramos que los textos, sobre todo las fuentes de carácter primario, son esenciales para adentrarnos en el prolijo mundo intelectual del análisis del pasado.


[1] VILAR, Pierre (2004). Pensar históricamente. Barcelona, Crítica.
[2] En Historia, ninguna situación debería considerarse estática. Se está, pues, en continuo movimiento. Pero no es aquí donde debemos disertar sobre este punto.
[3] Pues, de otra forma, nos encontraríamos ante otras disciplinas, como la Arqueología, o la Antropología.
[4] Nuevos planteamientos pedagógicos en los que el alumnado, de una u otra forma, era parte activa del proceso de enseñanza-aprendizaje. Aunque ello nunca debería implicar el menoscabo de la labor del docente quien, al ser el que dispone de los conocimientos necesarios sobre los procesos y fuentes, los selecciona.
[5] Los textos se podrían clasificar en los siguientes grupos:
-          Políticos.
-          Histórico-literarios. Relatos de viajes, textos literarios contemporáneos más o menos al momento o proceso histórico al que se hace referencia.
-          Histórico-circunstanciales. Haría referencia a acontecimientos relativamente secundarios dentro de procesos históricos más amplios.
-          Histórico-jurídicos.
-          Económicos.
-          Sociales.
-          Culturales.
-          Historiográficos. Dentro de ellos, se podrían incluir la tipología anteriormente reflejada, pero teniendo en cuenta que no se trataría de una fuente primaria, sino secundaria.
[6] Para autores como Emilio Mitre (MITRE: 1998, 14), se trataría de un resumen del texto.
[7] López-Cordón y Martínez Carreras (LÓPEZ-CORDÓN y MARTÍNEZ CARRERAS: 1984: 4-6)  lo consideran muy pertinente, sobre todo para las ápocas moderna y contemporánea, que son las que a nosotros nos interesan. Otros, como Mitre, no tanto (MITRE: 1998: 13-21).
[8] El profesor Emilio Mitre (MITRE: 1998, 15) especifica que se debe incidir en los elementos que el texto refleje. Nosotros añadimos que se puede, de forma muy general, establecer el marco amplio de los grandes procesos en que está inserta la fuente, pero nada más. 
[9] Para el profesor Enrique Moradiellos, se trata de abordar el formato estilístico  y la arquitectura narrativa y lógica de la fuente (MORADIELLOS: 2003, 132).
[10] Es el método defendido prioritariamente por autores como Rodríguez Frutos, en RODRÍGUEZ FRUTOS, J. (1979). “El comentario de textos históricos. El método comparativo” en Aula Abierta Nº 26 pp.27 y ss.
[11] Es, por ejemplo, el sistema que podría fundamentar la actual PAU de las Universidades de la Comunidad Valenciana. En este punto, sin embargo, debemos precisar que no se trata, en puridad, de aplicar el método  comparativo o mixto, sino de utilizar de forma combinada dos fuentes para pasar, posteriormente, a desarrollar un tema o problema, o proceso histórico. Este desarrollo trataría de abordarse utilizando la información que el alumno halla en dichas fuentes pero, fundamentalmente, aportando todo aquello que el alumno conoce.
Como consecuencia, podemos afirmar que se basa en un sistema intelectualmente muy complejo y que trata de medir no sólo lo que el alumno sabe, sino la madurez que necesita para exponerlo. Aunque es cierto que no es, en puridad, este método el que se requiere.  
[12] En realidad, la selección de textos aquí propuesta trata de abarcar esta visión, y el método mixto de análisis, aunque es cierto que también permite comentario individualizado de las fuentes.
[13] LÓPEZ-CORDÓN y MARTÍNEZ CARRERAS (1984).  Op. Cit. pp. 11-12

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