En la Restauración, el movimiento anarquista, que representaba los intereses de las clases trabajadoras, ante las características eminentemente doctrinarias del sistema político de la Restauración, recurrió a diversos medios. Uno fue la huelga general, pero otro, y no menos importante, fue el atentado individual. Un medio que en ocasiones se dirigió contra las más descollantes personalidades de la vida política de la época, como fueron algunos presidentes del Consejo de ministros. Éstos fueron:
ASESINATO DE CÁNOVAS DEL CASTILLO.
El Ministro de Ultramar telegrafía la noticia al Gobierno -el 8 de agosto de 1897- dando los siguientes detalles del mortal atentado: " [...] El señor Cánovas se sentó en el primer banco, que se hallaba muy próximo a la puerta que da acceso a la escalera; sacó un periódico y se puso a leer. [...] Entonces el asesino, que sin duda le estaba espiando, se acercó , y apoyándose en la puerta le disparó casi a quemarropa un tiro. La bala atravesó la cabeza al señor Cánovas que se incorporó yendo a caer a unos tres metros de distancia del banco de donde estaba sentado. [...] Al incorporarse le disparó el segundo tiro el asesino. La bala entró por el pecho y salió por la espalda, cerca de la columna vertebral. El tercer disparo fue hecho estando el señor Cánovas ya en el suelo. Esta bala entró por la espalda. [...] La señora de Cánovas bajó apresuradamente la escalera al oír los disparos y se encontró a su esposo tendido boca abajo en medio de un charco de sangre, y al asesino junto a él con el revólver en la mano."
El texto continua diciendo: "No resulta cierto que el señor Cánovas gritara: "Asesino. ¡Viva España!", como ha telegrafiado un corresponsal: al primer disparo, como he dicho, cayó al suelo y no pronunció ninguna palabra. En la caída se produjo una contusión en la frente. [...] Trasladado el señor Cánovas a su cama, el médico del establecimiento examinó las heridas. Las tres eran mortales de necesidad, y viendo que los auxilios de la ciencia resultaban inútiles aconsejó que viniera el sacerdote con la Santa Unción. [...] Una hora después del atentado, sobre poco más o menos, el presidente dejaba de existir."
Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897) fue, sin ningún tipo de dudas, la figura política más importante de su época -además de, historiador y escritor-.
Nació el 8 de febrero de 1828 en Málaga, hijo de un maestro de escuela, Antonio Cánovas Sánchez, que falleció cuando él tenía sólo 15 años, y de Juana Castillo Estébanez. En 1845, se trasladó a Madrid bajo la protección del escritor Serafín Estébanez Calderón, primo de su madre. Estudió derecho y se relacionó con los medios intelectuales y políticos del momento.
Su carrera política empieza de la mano de O'Donell, y, por ello, su línea política durante el período isabelino se ubicó a la izquierda del moderantismo, cercano a posiciones puritanas. No en vano fue el redactor del texto conocido como el Manifiesto de Manzanares.
En enero de 1869, fue elegido diputado a las nuevas Cortes Constituyentes, en las cuales defendió duramente la candidatura al trono de Alfonso -hijo de Isabel II-, para la que sólo pudo obtener dos votos en la elección que tuvo lugar el 16 de noviembre de 1870 y tras la cual resultó elegido rey de España el duque italiano Amadeo I.
A partir de agosto 1873 pasó a dirigir oficialmente la causa de la derrocada Casa de Borbón, por encargo personal de Isabel II. Después de la abdicación de Amadeo de Saboya, la llegada de la Primera República, la caída de la misma y cuando el general Arsenio Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII el 29 de diciembre de 1874 en Sagunto (Valencia), tras un pronunciamiento militar, Cánovas se había convertido ya en el hombre indiscutible del nuevo régimen. Comenzaba así su gran obra política: el llamado sistema canovista, un sirtema de orden amparado en la Corona que, falseando las elecciones e imponía un sistema de alternancia entre los dos principales partidos políticos.
Cánovas se preocupó porque existieran dos grandes partidos en que se apoyara la monarquía. Primero consolidó su propio partido, el Conservador, que integró a moderados, unionistas y progresistas desengañados. Después, ayudó a crear un partido de izquierda dentro del sistema. Práxedes Mateo Sagasta, procedente del proceso iniciado con la revolución de 1868 y jefe del Partido Constitucional o Constitucionalista (es decir, la derecha de un sistema bipartidista en el que la izquierda estaba ocupada por el Partido Radical de Ruiz Zorrilla) fue la persona capaz de unir y dirigir este conglomerado de antiguos partidos revolucionarios (constitucionales, radicales de derecha y monárquicos demócratas o demócratas cimbrios cponservadores) que en 1879 se transformó en el Partido Liberal Fusionista. Una vez logrado un único Partido Liberal (tras integrar a la Izquierda Dinástica) capaz de seguir a Sagasta, la estabilidad del régimen de la Restauración estaba asegurada. Fuera de estos partidos quedaban aquellos que no reconocían a la monarquía encabezada por Alfonso XII: carlistas, por la derecha, y republicanos de diversas tendencias, socialistas y anarquistas por la izquierda.
A partir de 1881, el turno de partidos tantas veces planteado (al final del período de la Unión Liberal de O'Donnell con los progresistas de Prim, y durante el reinado de Amadeo I), que de manera casi matemática se alternaron hasta el fin del siglo. Cánovas regresó a la presidencia del gobierno el 18 de enero de 1884, tras dos gobiernos liberales, hasta el 27 de noviembre de 1885, dos días después de la muerte de Alfonso XII, fecha en la cual cedió el gobierno nuevamente a Sagasta tras el denominado Pacto de El Pardo. El turnismo daba estabilidad al régimen, pero a costa de un sistema electoral falseado. Sistema que, por cierto, ya se utilizaba desde el inicio de la implantación del liberalismo. En este sistema, los caciques, personas de raigambre e influencia en los diferentes municipios, manipulaban las elecciones para que el partido del gobierno que ya se había formado, las ganara sin problemas. Mientras se utilizó el sufragio censitario según la ley electoral de 1878, esta práctica se llevó a cabo sin problemas ya que se recurrió a diferentes favores personales y prácticas corruptas. Cuando se implantó el sufragio universal por la ley de 1890, la situación cambió, ya que fue necesario recurrir a la fuerza, pero no olvidemos la indiferencia que las masas sentían por la política. Indiferencia que se veía favorecida por el aplastante analfabetismo.
El asesino de Cánovas fue el anarquista italiano Michele Angiolillo, que pretendía vengar las muertes de otros anarquistas en el castillo de Montjuïc (Barcelona) a causa de las medidas tan coercitivas que el estado doctrinario españaol estaba ejerciendo contra esta corriente política.
Angiolillo fue detenido por las fuerzas del orden sin oponer resistencia, las posteriores investigaciones descubrieron que el asesino era un hombre bien conocido por la policía, una de sus múltiplas detenciones lo fue por las bombas que se lanzaron en el Teatro del Liceo barcelonés, aunque finalmente no se pudo probar nada.
Después de un tiempo en el cual marchó de Barcelona y en el que estuvo en Bélgica, Francia y el Reino Unido regresó de nuevo a España, aunque antes pasó por París.
En la capital francesa se entrevistó con el independentista portorriqueño exiliado Ramón Emeterio Betances . Según algunos historiadores -como Hugh Thomas- el lider independentista le aconsejó que no atentara contra la vida de la regente María Cristina, que al parecer era el primer objetivo de Michele Angiolillo, y que como golpe de efecto, nacional e internacional, atentara contra quien de verdad tenía poder ejecutivo, Cánovas del Castillo.
Desde París, Angiolillo regresó a España, donde, para ocultar su identidad, se hizo unas tarjetas con el nombre de Emilio Rinaldini, corresponsal del periódico "Il Popolo", cuando las tuvo en su poder marchó hacia el balneario guipuzciano de Santa Agueda donde se hospedó cuatro días antes que llegara Cánovas sin levantar ninguna clase de sospecha.
Siete días después del asesinato, Angiolillo fue condenado a muerte por un Tribunal Militar. El 20 de agostó fue ejecutado por garrote en la prisión de Vergara. Se dice que su último grito antes de morir fue: "¡Germinal!" . Germinal era el nombre de la novela de Zola y que algunos anarquistas consideraban una guía a seguir.
El NEW YORK TIMES, ese periódico norteamericano "ejemplo y paladín de libertad" escribió en sus páginas al conocer la muerte del gobernante hispano: "Los cubanos van ¡por fín! a ver realizados sus sueños de libertad, porque ahora, sin Cánovas, la guerra entre Estados Unidos y España es inevitable." Desde nuestro punto de vista creemos que la muerte de Cánovas no cambió ni un ápice los planes que Estados Unidos tenía sobre España y Cuba -sobre la segunda aún los tienen-, nadie puede ser ajeno, estudiando mínimamente el momento histórico y conociendo la mentalidad de los norteamericanos, que aprovecharían la decadencia y el aislamiento del Imperio español para tratar de apoderarse de sus últimas colonias en la zona, y para eso, apenas era significativo que Cánovas viviera o no.
ASESINATO DE JOSÉ CANALEJAS.
José Canalejas y Méndez (1854-1912) nació en El Ferrol el 31 de julio, se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid. Se dedicó a la enseñanza hasta el año 1882, cuando se dedicó exclusivamente a la política, en la cual se había iniciado dos años antes al ingresar en el Partido Progresista Democrático de Manuel Ruiz Zorrilla. En agosto de 1881 fue elegido por vez primera diputado.
Durante la regencia de la viuda de Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo-Lorena, se acercó al Partido Liberal liderado por Práxedes Mateo Sagasta y desempeñó el cargo de ministro en dos gobiernos presididos por éste: en el primero ejerció las carteras de Fomento (junio-diciembre de 1888) y de Gracia y Justicia (diciembre de 1888-enero de 1890); en el segundo fue ministro de Hacienda desde diciembre de 1894 hasta marzo de 1895. Dos años más tarde comenzó a separarse de la dirección del Partido Liberal y a formular su propio programa político, calificado como regeneracionista.
No obstante, entre marzo y mayo de 1902, volvió a ser ministro -de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas- a las órdenes de Sagasta, en el último gobierno de la regencia de María Cristina y primero del reinado efectivo de Alfonso XIII. Presidente del Congreso de los Diputados en 1906, tras liderar una de las disidencias liberales pasó, un año más tarde, a ejercer la jefatura de un partido sumamente dividido entre sus seguidores y los de Segismundo Moret.
Los sucesos de la Semana Trágica -también llamada Semana Roja- de 1909 en Barcelona, acabaron por provocar la caída del conservador Antonio Maura y facilitaron el retorno del Partido Liberal a la presidencia del gobierno, con Segismundo Moret, a quien sustituyó por la negativa de Alfonso XIII a desarrollar un proyecto de revisión de la Constitución de 1876 en un sentido más democrático y laico. Canalejas, por tanto, llegó al poder el 9 de febrero de 1910. Durante su gestión, planteó el duro problema de la cuestión religiosa, en la conocida popularmente como 'Ley del Candado' de 1910, conflictiva norma que delimitaba de forma rigurosa las áreas de influencia de la Iglesia y el Estado. En el orden social, impulsó medidas de regulación laboral, siguiendo la línea iniciada por los copnservadores desde 1901. En el año 1911, eliminó determinados impuestos, así como decretó la obligatoriedad del servicio militar, aunque se limitó a crear el soldado de cuota (véase la entrada referida al sistema de reclutamiento en la Restauración y en el período isabelino).
Este mismo año de 1911, tuvo que tomar decisivas decisiones en Marruecos, cuando, ante el avance de las tropas francesas en ese territorio carente de una clara delimitación colonial, ordenó la ocupación de Larache, Arcila y Alcazarquivir, así como el comienzo de la negociación de los tratados que darían lugar más tarde a la creación del Protectorado de Marruecos, pero ya tras su muerte.
Respecto al nacionalismo catalán, en julio de 1912 consiguió que el Congreso de los Diputados aprobara su proyecto de Mancomunidad de Cataluña (agrupaciones de provincias o municipios), acordado en colaboración con Enric Prat de la Riba.
De todo esto se deduce que su línea de gobierno trató de regenerar el sistema desde una perspectiva más democrátrica, aunque lastrada, sin ningún género de dudas, por la esencia del sistema dentro del cual se movía, y con el que no rompió en esencia. Por ello, fue asesinado el 12 de noviembre de 1912, como vamos a referir:
El crimen, según el relato hecho por Fernando Soldevilla en "El año Político": "Acaeció en la Puerta del Sol, casi esquina a la calle Carretas, poco antes de las doce de la mañana, ante el escaparate de la iglesia de San Martín. El señor Canalejas, que tenía la costumbre, no exente de cierta vanidad explicable, de recorrer frecuentemente a pie y solo o casi solo las calles de Madrid demostrando así que no tenía que temer agresión alguna por parte del pueblo, acababa de salir de su casa y se dirigía a Gobernación, donde tenía citados a sus compañeros de Gobierno para celebrar Consejo. [...] Al pasar por la librería del señor San Martín se detuvo ante el escaparate a examinar las nuevas publicaciones. [...] Y aquí dejamos la palabra a un testigo presencial del hecho, al librero señor San Martín, cuya formalidad nos consta, por honrarnos con su amistad hace ya largos años, el cual lo relató de la manera siguiente: "A las once y veinticinco de la mañana hallábame mirando hacia el exterior del establecimiento, y observé que don José Canalejas se paraba un momento a mirar el pequeño escaparate de la puerta de la entrada. Acto seguido se le acercó un sujeto con traje azul y un gabán oscuro, y el el momento que el señor Canalejas dejaba de mirar el escaparate y se volvía para reanudar su marcha, sin duda hacia el Ministerio de la Gobernación, donde a diario acudía sobre las doce de la mañana, le disparó un tiro de revólver. [...] El señor Canalejas se llevó las manos a la cara y se tambaleó; pero aun se rehizo y, queriendo defenderse, adelantó un paso hacia el asesino, pero al instante cayó al suelo. [...] Varias personas se dirigieron hacia el agrasor. Al borde de la acera había un coche particular. El ordenanza de la Sociedad Folarmónica, Victor Galán, se abalanzó sobre el asesino y le sujetó por los hombros. El asesino, entonces pudo dar un salto hacia el arroyo y dando la vuelta por la caja del carruaje, se disparó un tiro en la sien derecha y, tambaleándose, dio algunos pasos hasta caer a unos cuatro metros de la acera.""
Canalejas fue intentado socorrer por algunos transeuntes y envuelto en una manta fue trasladado urgentemente al Ministerio de la Gobernación, al poco de penetrar en él falleció. El asesino fue recogido y llevado a la Casa de Socorro del Distrito del Centro -Plaza Mayor-. Por los documentos que se le encontraron se supone que se llamaba Manuel Pardiñas Serrano, natural de El Grado. Las posteriores investigaciones policiales determinaron que se trataba de un anarquista que pretendía acabar con la vida del Presidente del Consejo de Ministros.
ASESINATO DE EDUARDO DATO
Eduardo Dato (1856-1921), Nació el 12 de agosto en La Coruña. Desde el principio de su carrera política, perteneció al Partido Conservador de Antonio Cánovas del Castillo, y fue elegido por vez primera diputado en 1884. Durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, se alineó, a partir de 1895, en el grupo conservador liderado por Francisco Silvela, el que capitaneó a los conservadores tras sus diatribas con Fernández Villaverde, y la posterior muerte de Cánovas en 1897. Este político conservador, durante su primer gabinete, nombró a Dato ministro de Gobernación (marzo de 1899-octubre de 1900. Ejerciendo tal cargo, el político gallego desarrolló la primera legislación social de la Restauración, dentro de una línea regeneracionista de carácter paternalista.
Cuando Alfonso XIII llegó a la mayoría de edad, formó parte del último gabinete presidido por Silvela, como ministro de Gracia y Justicia, de diciembre de 1902 a julio de 1903. Ese mismo año acató la jefatura del Partido Conservador de Antonio Maura y, a continuación, ocupó distintos puestos políticos, como la alcaldía de Madrid (1907) o la presidencia del Congreso de los Diputados (1907-1908). En 1913, sin embargo, rompió con Maura al aceptar el encargo de Alfonso XIII de formar gobierno el 27 de octubre de ese año, lo que supuso la fractura del Partido Conservador entre sus seguidores (calificados de "idóneos") y los mauristas, seguidores de aquél. Recordemos lo que supuso para el jefe del Partido Conservador que el rey aceptase su renuncia como respuesta a la oposición política creada contra él a raíz de la Semana Trágica.
Más adelante, fue designado presidente del Gobierno y proclamó la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial, que tan importantes consecuencias económicas y sociales conllevó para el país. Asimiosmo, trató por todos los medios de mediar para tratar que España pudiera mediar en el conflicto entre las partes, objetivo que no consiguió. En ese su primer gabinete, que duró hasta el 9 de diciembre de 1915, desempeñó asimismo, de nuevo, el Ministerio de Gracia y Justicia entre octubre de 1914 y enero del año siguiente.
Presidió nuevamente el gobierno a partir del 11 de junio de 1917, y hubo de enfrentarse a la triple crisis provocada por la creación de las Juntas Militares, la huelga general de agosto y la convocatoria de la conocida como Asamblea de Parlamentarios. Aceptó la actividad de las primeras, con cuya ayuda contó para reprimir enérgicamente la segunda, y negoció una solución de compromiso con Francesc Cambó, el político catalán líder de la mencionada Asamblea.
Fernando Soldevilla recogió así el magnicidio sucedido el 8 de marzo de 1921 en "El año Político": "Después de las ocho de la noche, el señor Presidente del Consejo, que había permanecido toda la tarde en la Alta Cámara, asistiendo al debate del mensaje de la Corona, abandonó el Senado y se dirigió a su domicilio. Al llegar a la Plaza de la Independencia fue víctima de un vil atentado. En el automóvil del Presidente iban, como chófer, el sargento de Ingenieros Manuel Ros Navarro, y a su derecha, el lacayo Juan José Fernández Pascual. [...] El chofer hizo el siguiente relato: "Veníamos del Senado a dejar a su casa al señor Presidente. Llevaba el automóvil buena marcha, pero no excesiva, sobre los rieles del tranvía de subida, lado izquierdo, de la calle de Alcalá. [...] Siempre sin desviar el coche de la vía, viré al entrar en la Plaza de la Puerta de Alcalá, disminuyendo entonces la velocidad, por si se cruzaba algún otro vehículo. Cuando el coche llegaba a la altura de la misma Puerta de Alcalá, unos pasos antes, sentí como una descarga cerrada y luego dos disparos sueltos."
Manuel Ros Navarro prosigue con su narración de los hechos: "Yo pensé al principio que había estallado algún neumático; pero al producirse los últimos disparos, el lacayo dejose caer sobre mí al mismo tiempo que exclamaba: "¡Nos han matado!". [...] Instantaneamente me di cuenta de la realidad, y en el deseo de ver a los agresores, frené la marcha, pero me asaltó la idea de que la agresión se repitiese, y no sospechando que el señor Presidente hubiese sido alcanzado por las balas de los asesinos, puse la marcha en todo su desarrollo y en un instante llegó el coche al domicilio del señor Presidente."
La historia de Ros continua de esta forma: " [...] Herido mi compañero, me lancé yo a tierra y fui a abrir la portezuela. Horrorizado, vi entonces que el Presidente se encontraba como muerto; la cabeza reclinada sobre el respaldo, en el mismo rincón del lado derecho, arrojando gran cantidad de sangre por la frente y cara: el respaldo todo manchado; el sombrero, caído al suelo del carruaje."
El chófer concluye diciendo: "Todo lo vi como una ráfaga. Subí a escape al coche, le puse a toda velocidad y lo encaminé a la Casa de Socorro de la calle Olózaga."
El lacayo continuó la narración donde Manuel Ros Navarro la había concluido: "Al llegar el automóvil a la puerta de la Casa de Socorro de Buenavista, con las debidas precauciones, y no sin grandes esfuerzos, consiguieron sacar del interior del auto, el cuerpo casi sin vida del señor Dato, trasladándole desde allí a la cama de operaciones, pues a simple vista podían ya apreciarse las gravísimas lesiones que sufría el Presidente.""
De hecho Dato ya había perdido el conocimiento antes de entar en la Casa de Socorro, donde la acción de los doctores resulto totalmente estéril ya que lo único que pudieron certificar fue su muerte. Inmediatamente se acercaron hasta este lugar diferentes miembros del gobierno que ordenaron el traslado del cadáver al domicilio particular del Presidente.
Uno de los objetivos de su gestión al frente del Consejo de ministros había sido el combatir con firmeza el pistolerismo anarquista en Barcelona. Para ello, el general Martínez Anido, gobernador militar de Barcelona, utilizó con profusión la "Ley de Fugas", que fue aplicada de forma indiscriminada. Como consecuencia, los anarquistas catalanes decidieron acabar con el presidente. Así, el 8 de marzo de 1921, Dato fue tiroteado por Pedro Mateu, Ramón Casanellas y Lluis Nicolau.
Su viuda recibió de Alfonso XIII el título de duquesa de Dato, con Grandeza de España, en reconocimiento a su labor pública, quien, desde 1910, era miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
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martes, 17 de marzo de 2009
TRES MAGNICIDIOS EN LA RESTAURACIÓN
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